“Medvedenko – ¿Por qué va usted vestida de negro siempre?
Masha – Es luto que llevo por mi vida. Soy desgraciada.”
(Chejov, p. 1)
La primera de sus obras más importantes que intentaremos revisar en este espacio.
Chejov viene a ser estandarte del realismo ruso, es un escritor pragmático, y así se encarga de demostrárnoslo, presentando situaciones comunes, simples, y a veces, porque no, monótonas, que hacen eco de lo humano en sí, y de la época.
La gaviota viene a ser una especie de declaración de principios, a mi parecer, de lo que vendría a tratar Chejov, y a la idea que deseaba plasmar. Una carta de presentación.
Da la sensación que La gaviota es como una mezcla del momento mismo del arte –el teatro en este caso– y Chejov mismo, como persona, plasmado en sus personajes.
Comedia en cuatro actos... Se me ocurren dos formas de encontrarle algún sentido de comedia, aunque solo a modo de ironía, claro está.
La primera, es por medio de la propia presentación de Chejov en los personajes de La Gaviota, y en este caso, me referiré a la dicotomía existente entre Trigorin y Treplev, ambos escritores. Trigorin, representante de una historia académica más ortodoxa, escritor ya consagrado, que, aun no siendo el mejor, tiene un buen puesto dentro del mundo de la literatura. Escribe bastante, pero nunca logra sentirse bien, ni menos feliz. Chejov, en parte, se ríe de sí mismo, de una idea, y de una imagen de literato que posee una educación mas dura, representante de la madurez de los mayores, que puede regocijarse del puesto ocupado y descansar ahi, haciendo siempre lo mismo casi sin desgaste. La academia y su peso. La academia y su protección. Por otro lado, Tenemos a un joven Treplev, que viene a representar absolutamente lo contrario. Marcado por su madre Arkadina (que siendo pareja de Trigorin, cumple con ser un punto de unión de estos), actriz de antaño y defensora de un teatro clásico, Treplev irá formando una especie de rechazo, y a modo de respuesta a esto, se plantea ser escritor y romper así, con las antiguas formas. La juventud aporta su grano de arena a esta idea de querer romper con lo clásico, con dar nuevos aires a algo que según él, ya no tiene sentido, y que incluso, si intentamos ponernos en el lugar de Treplev, quizás nos provoque cierto grado de repulsión. Chejov se figura así, desde su otra mitad, en la cual propone lo banal y vacío de estos antiguos intelectuales, proponiendo, al igual que Treplev, la necesidad de un cambio importante, y rupturista. Antes de cerrar la idea, no quisiera dejar afuera de mención al personaje que representa su quehacer como medico, Dorn. Así se configura, y siempre a forma de ironía, una de las formas en las que pienso podría considerarse esta comedia en cuatro actos.
La Segunda forma que se me ocurre, y la que encuentro magistral, es por medio del uso de estospseudo-símbolos que podemos vislumbrar de ves en cuando en La gaviota. Chejov, como mencionaba al comienzo, es un escritor pragmático, realista, no gusta de los símbolos, no tienen sentido. La escritura de Chejov –tal como Treplev– viene a romper con este simbolismo decadente, y por lo mismo se ríe irónicamente de los símbolos, y quizás en una de las obras más simbólicas que haya escrito. Recordaré la cita que inicia La gaviota:
“Medvedenko – ¿Por qué va usted vestida de negro siempre?
Masha – Es luto que llevo por mi vida. Soy desgraciada.” (Chejov, p. 1)
Chejov comienza descaradamente con esta pregunta, con la que dará la tónica en cuanto a su uso de los símbolos, casi sin sentido ni utilidad. Si anteriormente comparamos las ideas de Chejov con Treplev, usare sus palabras para mostrar esta oposición a lo artificial, a lo simbólico. Cita que comienza, claro está, con un símbolo:
“Treplev (deshojando una flor) – Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. Me quiere, no me quiere. (Se ríe) ¿Ves? Mi madre no me quiere. ¡A ver! Ella desea vivir, amar, ponerse blusas claras, y yo he cumplido ya veinticinco años, le estoy recordando constantemente que ya no es joven. Cuando yo no estoy ella tiene solo treinta y dos años; cuando estoy, tiene cuarenta y tres: por eso me odia. Ademas, sabe que yo no acepto el teatro. A ella el teatro le gusta, presta un servicio a la humanidad, al sagrado arte; en cambio, yo creo que el teatro contemporáneo no es mas que rutina y prejuicios. Cuando se levanta el telón y a la luz crepuscular, en una estancia de tres paredes, esos grandes talentos, sacerdotes del sagrado arte, representan de que modo las personas comen, beben, aman, caminan y llevan sus chaquetas; cuando de unas escenas y frases triviales intentan sacar lecciones de moral, de una moral canija, sin complicaciones, útil para la vida domestica; cuando, en mil variantes, me sirven siempre la misma cosa, la misma cosa, la misma cosa, huyo y huyo, como Maupassant huía de la torre Eiffel, cuya vulgaridad le aplastaba el cerebro.” (Chejov, p. 3. Cursivas añadidas)
Esta cita funciona casi como un manifiesto. Primero, el hecho de deshojar una flor no tiene relevancia alguna, no cambia nada y, sea cual haya sido el orden, no cambiaría la idea de Treplev de que su madre no lo quiere. Es solo artificio. Segundo, la imagen y la idea de la vestimenta de la madre casi como representación simbólica de aquellos tiempos mozos que ya no volverán. Tercero, importantísimo, la banalidad del teatro, del artificio, del sin sentido; teatro como lugar donde se “representan” cosas, no donde existen cosas. Teatro como casa de hechos simbólicos. Cuarto y ultimo, la figura de la torre Eiffel como máximo expositor del artificio, de lo banal, de lo simbólico. ¿Hay algún sentido? Se compara con Maupassant, identificándose con esta “vulgaridad que aplastaba el cerebro”. Queda así configurada, esta ya real postura en contra de lo simbólico.
Aparece la figura de la gaviota (que da nombre a la obra), y esta comedia se vuelve aun más irónica. En este punto ya no sabría que explicar. Ciertamente puede ser muchas cosas, es un símbolo muy amplio, y en manos de Chejov, no sabría por donde se podría dirigir. Puede ser Nina muriendo, puede ser Treplev suicidándose, puede ser este sueño de volar por los cielos, libre de toda la banalidad y monotonía, y del cierto despojo espiritual de los personajes, como también, y no me extrañaría, podría ser solo eso, una gaviota, un artificio. Nada.
De esta forma podría configurarse esta comedia, donde a ratos cuesta diferenciar protagonistas, héroes y villanos. Solo una polaridad compuesta principalmente por Trigorin y Arkadina por un lado, y Treplev y Nina por el otro. Ambos representan así esta dicotomía, que sirve a veces de campo de batalla para las ironías de las que Chejov se regocija.
Referencias.
- Chejov, Anton. Teatro. Mexico: Editorial Porrúa, 2007.
Muy bueno.
ResponderEliminarYo creo que la gaviota muerta es la vida de cada uno, sus sueños rotos. Intentamos volar libremente, pero el destino es caprichoso y estamos en sus manos. Pocos logran cumplir sus sueños.
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