La situación de Rusia a inicios del siglo XIX estuvo marcada por grandes contradicciones sociales… por un lado, el pueblo vivía en el atraso, la miseria y represión, establecida por los zares, y por el otro estaban las grandes familias de la aristocracia rusa, que se daban a conocer en el mundo entero por el lujo y el boato con que se manejaban.
Sin embargo, la derrota en la guerra de Crimea puso en evidencia el gran retraso técnico y económico, así como la escasa preparación del pueblo ruso para soportar una batalla… con la invasión napoleónica en 1812, considerada la gran guerra patria, los rusos revirtieron esta imagen al conseguir rechazar a los ejércitos comandados por Napoleón Bonaparte.
Es en este contexto que aparecen los grandes escritores rusos, reflejando la complejidad de una enorme sociedad sometida al despotismo de los zares y marcada por la miseria de sus campesinos. Uno de estos escritores es Leon Tolstoi, quien en “La guerra y la paz”, narra las vicisitudes de numerosos personajes de todo tipo y condición a lo largo de unos cincuenta años de historia rusa, desde las guerras napoleónicas hasta más allá de la mitad del siglo XIX.
Y es en esta época también que Rusia registró un enorme crecimiento de la industria, la empresa privada, el sistema bancario y el comercio; al mismo tiempo que aumentaban las tensiones sociales y el descontento hacia el poder zarista. No fue hasta 1861, año en que se realizó la reforma agraria, que se abolió la servidumbre (existente desde el siglo XVI) y se impulsó como nunca antes la economía nacional.
La sensibilidad social de Leon Tolstoi le permitió describir la ideosincracia de esa sociedad hostil y abordar con mucho realismo la moral de esa Rusia del siglo XIX.
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